
Un reciente estudio a cargo de una famosa Escuela de Negocios, ha servido de referencia para la redacción de distintas noticias en prensa que señalan una notable desigualdad de participación en los campamentos de verano, surgida de las diferencias de poder adquisitivo de las familias. Uno de los titulares del diario 20 Minutos reza: «una de cada tres familias en España no pueden pagar los campamentos de verano«.
Antes de nada, la Asociación Nacional de Empresas de Actividades y Campamentos (Aneacamp) aclara que, para dicho estudio, no se ha contado con su perspectiva, siendo la principal patronal del sector en España, con 120 entidades asociadas en la actualidad, referencia todas ellas en el ámbito de los campamentos y con décadas de experiencia. De hecho, comparten su curiosidad por las fuentes consultadas y la muestra de estudio (más allá de La Sexta, El Español, El Periódico o Save The Children), ya que consideran que las conclusiones del informe no reflejan de forma completa la realidad del sector. Y, siendo fuente de información para la prensa, indican su preocupación por el mensaje que pueda recibir la opinión pública sobre su oferta.
Por todo ello, y ante las conclusiones del citado estudio y las noticias derivadas, que pudieran ofrecer una imagen sesgada del sector de los campamentos como «abusivo», ANEACAMP ha querido expresar importantes matizaciones para ofrecer una visión que tenga en cuenta de primera mano a los propios profesionales que representa. Según transmiten, no se trata de negar lo expuesto en el informe, sino de aportar una mayor precisión, rigor y contexto.
En primer lugar, el estudio señala una notable desigualdad de participación en los campamentos de verano, surgida de las diferencias de poder adquisitivo de las familias. En concreto, afirma que un 34% de los hogares con menores no puede permitirse ni vacaciones ni inscripciones en campamentos. Desde ANEACAMP asumen que es innegable que las tarifas de la oferta privada no son asequibles para el 100% de la potencial demanda y aseguran que, desde el propio sector, dicho desequilibrio no es deseable. Igualmente, reconocen que los precios se han incrementado, lo que no contradice las conclusiones del informe (según el mismo, un 5,2% medio por los efectos de la inflación).
Pero, por otro lado y de cara a ofrecer un dato medio de precios, la asociación indica como imprescindible tener antes en cuenta la diversidad de programas existente bajo la misma denominación. Les consta que en el informe se indica este matiz, pero señalan que sólo se realiza distinción entre oferta pública y privada. Sin embargo, dicen, la disparidad de precios no sólo depende de ese binomio. Así, si en la misma muestra se incluyen desde campamentos urbanos (públicos o privados), hasta campamentos de idiomas en el extranjero o de tecnificación deportiva, el rango de precios es lógicamente es más amplio y no ofrece una conclusión «real» al comparar servicios muy dispares. Además, a pesar de que el informe ofrece una horquilla de precios de los campamentos de verano que va de los 20€/semana a los 1.000€/semana, lamentablemente los medios han tomado otro dato del informe: un rango de precios de 200€ a 2.000€ por participante, que en realidad se refiere al gasto total vacacional (no sólo el vinculado a los campamentos).
Reiteran que no es que el informe arroje datos distorsionados necesariamente, sino reduccionistas al no tener en cuenta algo que consideran básico: hay programas que, directamente, no son comparables. Por ello, nos ofrecen el dato medio y concreto de precios de «campamentos de verano con pernocta» (generalmente privados), que es el concepto tradicional cada vez más desvirtuado (con la aparición de los «campamentos digitales» como máxima expresión de dicho efecto). Así, para la actual campaña, dicha media se ubica en 602€ por participante. Esto incluye alojamiento durante una semana con pensión completa en una instalación especializada (generalmente en un espacio natural o rural), acompañamiento las 24 horas de un equipo de monitores y técnicos titulados y un amplio programa de actividades de ocio y tiempo libre, multiaventura, idiomas, deporte, animación, personal sanitario…
Por todo ello, desean poner el foco, no sólo en el coste de las soluciones de conciliación y en las innegables dificultades que asumen las familias, sino en los ingentes esfuerzos económicos que soportan las empresas de campamentos, así como los constantes desafíos a los que se enfrentan.
Para explicar lo anterior, proponen una sencilla reflexión basada en los principios básicos de la economía. Los precios vienen marcados por aquel punto de equilibrio entre oferta, demanda y costes. Pues bien, en cuanto a la primera variable, vienen observando en la última década (pandemia mediante) una explosión de alternativas de actividades de verano, experiencias vacacionales para la infancia y juventud y conciliación. Pero en ese escenario cohabitan, no sólo infinidad de programas similares de ocio y tiempo libre en la naturaleza (viéndose ciertamente saturado el mercado), sino una significativa oferta pública creciente con precios mucho más bajos y todo tipo de actividades también denominadas «campamentos» a cargo de entidades de otros sectores ajenos al ocio que tratan de abrir diferentes nichos de mercado, de entidades que cuentan con ventajas tributarias (como las asociaciones sin ánimo de lucro) o la también existente oferta informal, de voluntariado o no remunerada. Por tanto, no sólo ese 30% de oferta pública (que indica como «insuficiente» el informe), añade competencia en este ámbito de servicio.
Por el contrario, a pesar de que la necesidad de conciliación de las familias sigue existiendo, vienen detectando un descenso de participación desde 2022 en los campamentos de pernocta. Y las causas afirman que son diversas: las empresas y familias, desde la crisis sanitaria, han normalizado de forma significativa el teletrabajo, luego la variable de solución a la conciliación de los campamentos tradicionales, ha perdido peso. Éstos siguen siendo fantásticas experiencias para la infancia y juventud, pero no tanto ya necesidades de las familias, sobre todo al existir infinidad de alternativas (urbanos y escuelas de verano).
Igualmente, perciben una mayor desconfianza en los campamentos, en cuestiones de bienestar emocional y seguridad, sobre todo para los más pequeños (habiendo subido la edad media de participantes hasta los 9-10 años). A esto suman el hecho de que existe una pirámide poblacional cada vez más envejecida (como señala también el estudio), lo que reduce el número de potenciales participantes y acampados. También proponen tener en cuenta que el paradigma de ocio juvenil ha cambiado, lo que requiere de un mayor esfuerzo por parte de las entidades del sector para que su oferta sea estimulante para los jóvenes que no están habituados a los campamentos.
Pero finalmente, y como razón principal, señalan que el nivel adquisitivo de los hogares ha descendido y sigue descendiendo. Las consecuencias también las están notando, por ejemplo, las Agencias de Viajes. Y todo ello sumado al propio efecto de mitigación de la demanda que supone el hecho de que las tarifas de los campamentos de oferta privada no han disminuido, sino al contrario.
Por tanto, si la oferta es mayor y la demanda es menor, lo lógico sería un descenso significativo de los precios. Sin embargo, añaden una variable: los elevados «costes» que asumen como entidades de campamentos de pernocta. Y nos aseguran que éstos se han incrementado y se siguen incrementado de una forma extraordinaria para mantener una oferta de servicio de gran calidad y acorde a las múltiples normativas. Energía, transporte, alimentación, seguros, planes de prevención, salarios ajustados a nuevos convenios y registros horarios que no reconocen la singularidad del sector, contratación de personal especializado (deportivo, idiomas, educativo…), mantenimiento de instalaciones, ajustes de personal para cumplir con la LOPIVI, digitalización de procesos, etc. La vida es mucho más cara. Pero también, y de manera significativa, para las entidades del sector.
«Los costes para las empresas de campamentos de pernocta se han incrementado y se siguen incrementado de una forma extraordinaria para mantener una oferta de servicio de gran calidad y acorde a las múltiples normativas.»
Y, aunque podría quedar la coartada de reducir los márgenes de beneficio para hacer competitivos los precios, nos aseguran que aquellos, no sólo son mínimos, sino que en muchas ocasiones y en su lugar, las empresas experimentan pérdidas sólo justificadas por el compromiso de prestar el servicio o ser superior el coste de anulación de reservas. Un incremento del 5% de los precios, puede suponer un beneficio 0 o, incluso, un valor negativo.
Por todo ello, desde hace tiempo ANEACAMP demanda que la administración, en lugar de conceder exclusivamente subvenciones públicas y licitaciones para la realización de campamentos públicos, cree un bono específico de conciliación para las familias en periodos no escolares que no dispongan de recursos. De esa forma, se podría combatir la citada desigualdad que indicaba la noticia.
En conclusión, señalan que el sector de los campamentos privados de pernocta tiene unas bases sólidas cimentadas tras muchas décadas y genera experiencias de enorme valor para la infancia y juventud, aportando innumerables beneficios (convivencia, socialización, desconexión digital, deporte, creatividad, naturaleza, autonomía, nuevos aprendizajes…). Además, sigue ofreciendo una solución de conciliación a pesar de la proliferación de urbanos y oferta pública. También reiteran que están de acuerdo con que lo ideal sería que todas las familias pudieran contar con una oferta asequible a sus bolsillos, pero no pueden soslayar que su sector es muy sensible a los cambios socioeconómicos y que sufre de manera directa las consecuencias. También consideran justo indicar que, sólo en Madrid, el programa Madcamp ofrece más de 41.000 plazas con un coste máximo de 47,5€ / menor y semana de urbano.
ANEACAMP concluye que todo lo mencionado supone un indudable sobrecoste para las familias, pero también para las empresas que consideran incuestionable ofrecer garantías de calidad, seguridad, bienestar, recursos y buena praxis.
RESUMEN:
Un estudio reciente de Miguel Ángel López Gómez (EAE Business School) ha revelado que una de cada tres familias en España no puede costear campamentos de verano, señalando desigualdades derivadas del poder adquisitivo. Este informe ha sido ampliamente difundido por la prensa.
Respuesta de ANEACAMP:
- ANEACAMP, principal patronal del sector con 120 entidades asociadas, critica no haber sido consultada para el estudio y considera que sus conclusiones son reduccionistas.
- Reconoce que el acceso económico es una barrera real, pero pide contextualizar mejor los datos y matizar el concepto de «campamento», dado que hay una gran diversidad de programas (urbanos, pernocta, idiomas, deportivos, etc.).
- Aclara que los precios reales de un campamento de verano con pernocta están en torno a 602€/semana, e incluyen alojamiento, comida, monitores y múltiples actividades.
Factores que afectan al sector:
- Crecimiento de la oferta, incluidas propuestas públicas y sin ánimo de lucro, que ofrecen precios más bajos.
- Disminución de la demanda desde 2022, por factores como:
– Aumento del teletrabajo.
– Cambios en el ocio juvenil.
– Desconfianza de padres y aumento de edad media de participantes.
– Menor poder adquisitivo de las familias.
Costes del sector:
- Los costes operativos (energía, transporte, personal cualificado, seguros, cumplimiento normativo, etc.) han aumentado de forma considerable.
- Muchas empresas asumen pérdidas o márgenes mínimos por compromiso con la calidad y el servicio.
Propuesta de ANEACAMP:
Solicitan a la administración la creación de un bono de conciliación familiar para familias con bajos recursos, en lugar de limitarse a financiar campamentos públicos.
Conclusión:
- El sector privado de campamentos de pernocta tiene un gran valor social y educativo.
- Coinciden en que sería ideal una oferta accesible para todas las familias, pero enfatizan que los desafíos económicos afectan tanto a las familias como a las empresas del sector.