Cuando pensamos en montañas gallegas, muchos se imaginan niebla, vacas pastando entre verdes laderas y rutas de senderismo salpicadas de cruceiros. Pero pocos sabrían decir, con seguridad, cuál es el techo de Galicia. Y no, no es el O Cebreiro, aunque su niebla épica y su valor histórico le den una fama considerable. El verdadero punto más alto de Galicia está un poco más al sur, y responde al nombre de Pena Trevinca.
Ubicada entre las provincias de Ourense y Zamora, Pena Trevinca alcanza los 2.127 metros sobre el nivel del mar, lo que la convierte en la cima más elevada de la comunidad gallega. Forma parte de la Sierra de Trevinca, en pleno macizo Galaico-Leonés, y se alza majestuosa en el concello de A Veiga, una joya natural aún poco explotada turísticamente, pero muy apreciada por montañeros y amantes de los paisajes solitarios.
A diferencia de otras montañas más accesibles o conocidas por su carga simbólica, Trevinca destaca por su aislamiento. No hay teleféricos, ni colas de turistas con bastones nórdicos. Subir hasta allí requiere tiempo, piernas firmes y, si uno quiere disfrutarlo al máximo, ganas de perderse en la naturaleza. Desde la cima, en los días claros, puede verse Castilla, León, Galicia… y hasta algún que otro buitre leonado sobrevolando el horizonte.
Pero más allá del dato altimétrico, Trevinca representa algo más para Galicia. Es un refugio de biodiversidad, con especies endémicas, lagunas glaciares y cielos tan limpios que han merecido la distinción de “Destino Starlight”, ideal para observar estrellas sin contaminación lumínica. Un paraíso silencioso, donde el móvil pierde cobertura y el tiempo parece estirarse.
Y aunque no tenga la fama del Aneto ni las postales del Teide, Pena Trevinca guarda un encanto sereno, de esos que no hacen ruido pero se quedan grabados. Subir a su cima no es solo un logro geográfico, sino también una experiencia emocional: la de tocar el cielo gallego, literalmente, y descubrir que Galicia no solo es mar y niebla… también es roca, altura y horizonte.
¿Preparado para descubrir el techo de Galicia? Solo necesitas buenas botas… y ganas de mirar el mundo desde arriba.
